La americanización y la Edad de Oro de la Alta Costura
Las alianzas comerciales de España con Estados Unidos destacan por la relación que establecerán los creadores españoles con los compradores y las revistas americanas, y en consecuencia, con el turismo de lujo, para desembocar finalmente con la llegada de Hollywood a Madrid.
Los años 50 son considerados como la Era Dorada de la alta costura española, así como el despegue de Madrid como metrópoli, gracias a las relaciones con Estados Unidos y el retorno de los embajadores a la capital.
En agosto de 1952 la Cooperativa de la Alta Costura organiza en Madrid el Festival Internacional de la Moda Española dirigido a un público americano, que inició la unión comercial entre la Cooperativa y los distribuidores estadounidenses. A dicho evento asistieron compradores y prensa americana (Norteamérica y Latinoamérica), así como la canadiense e inglesa. La prensa nacional lo clasificó como la “brillante celebración en Madrid del Primer Festival de la Moda”, a lo que sigue “compradores norteamericanos y críticos extranjeros elogian las creaciones españolas (…) Los caminos de América han quedado abiertos para nuestras industrias de alta costura”. Mientras que el Daily Telegraph aseguraba a sus lectores “hay que considerar Madrid como otro centro de la Moda”. (Alta Costura, septiembre de 1952)
“Compradores norteamericanos y críticos extranjeros elogian las creaciones españolas (…) Los caminos de América han quedado abiertos para nuestras industrias de alta costura” Alta Costura, 1952.
Siguiendo el éxito del primer festival celebrado en Madrid, en febrero del año siguiente se celebró en Barcelona. Estos salones continuaron organizándose a lo largo de los años 50 y anunciándose en revistas como Alta Costura, que elogiaban los éxitos de los modistos, especialmente en el exterior.
Ese mismo año se firmaron los “Pactos de Madrid” (1953), unos acuerdos estratégicos y económicos (enfocados al mercado de importación y exportación) por los que se afianza la relación con Estados Unidos y España se “americaniza”. Hay una cierta apertura social y mejora de las condiciones de vida, gracias a la reconstrucción que facilitó este pacto, y también animadas por el turismo de lujo que ya se asentaba en la capital. Al son de la canción “Americanos” (Bienvenido Mr Marshall, 1953), los madrileños recibían a los nuevos “aliados”. Un ejemplo es la apertura del primer Hilton en Europa, el Castellana Hilton.
Junto al turismo de lujo, las relaciones con Estados Unidos trajeron una industria muy potente: Hollywood. Los productores de cine encuentran en Madrid y en España en general, buenas localizaciones donde rodar, técnicos formados, equipos de sastrería y modelaje. Son los famosos proyectos runaways. Todo ello, a bajo coste en comparación con su lugar de origen. Los estudios Bronston se instalaron en Madrid (los antiguos estudios de Chamartín), y llegaron grandes estrellas como Ava Gardner, quien se asentó en Madrid y fue asiduamente fotografiada en lugares emblemáticos como Chicote o las Ventas. Nuestros maestros de la alta costura vistieron a todas estas actrices.
El éxito fue tal que, en diciembre de 1954, Manuel Pertegaz fue galardonado en Boston con el Oscar de la Moda. Viste a las mujeres más elegantes, estilizadas y las llena de armonía y distinción. Su taller y casa de costura, en el Viso de Madrid, era llamado en la época "el Taj Mahal" (hoy en día el Colegio de Veterinarios de Madrid); entre esa sede y la de Barcelona llegaron a trabajar 500 personas. Otro gran éxito fue el de Marbel, quién presentó en 1955 en La Habana un desfile con cien trajes de noche. La revista La moda en España (enero, 1955) hablaba así de tal evento: “Esto sólo es ya un alarde que dice bien de la potencialidad y maestría de dicho artista. En los anales de la moda mundial no ha existido nunca, ni en Francia, ni en Italia, ni en Inglaterra, ni en ningún país de América, un modisto que haya presentado, sin la colaboración de otros colegas, una colección de cien trajes de noche”.
En Madrid destacan creadores como los andaluces y “deportivos” Herrera y Ollero; el madrileño Lino, experto en tejidos lujosos y vestidos elegantes; el dúo Vargas-Ochagavía, conocidos por su sello español en el extranjero; y Marbel tío, el ya mencionado rey indiscutible de la moda madrileña y alumno de Poiret y su sucesor, su sobrino, Marbel Jr; el jiennense y perfeccionista ; y Natalio finalmente, Rosina, una modista de gran fama y depurado gusto, con casa en la famosa Plaza de Santa Bárbara de Madrid. La mayoría de los creadores deben su excelencia a su temprana dedicación al oficio, muchos de ellos descendientes de sastres como Herrera y Ollero y Natalio.
El éxito de estos creadores no tiene precedentes y prácticamente tampoco sucesores, puesto que no sólo trajeron un gran éxito comercial y turístico a Madrid y a España en su conjunto, sino que también promovieron una moda con identidad nacional al tiempo que elevaron la industria textil a la excelencia.
También en los años 50 surgen empresas como Friki (1954), destinada al público infantil, la empresa de camisería internacional Mirto fundada en 1956, o Cortefiel, que nació en 1880 como una mercería en la calle Romanones pero que en 1954 adopta la estructura de holding con la creación de manufacturas del vestido.
Recientemente hemos experimentado un resurgir del éxito americano en firmas como Delpozo(la renovada firma de Jesús del Pozo), o Pertegaz, resurgida de la mano de Jorge Vázquez. La reapertura de establecimientos como Galerías Canalejas, con tiendas como Hermes o Louis Vuitton y un personal vestido de Capas Seseña, recuperando esa idea del turismo de lujo madrileño.
