La Movida, la pasarela Cibeles y los planes “moda España”
Los años 80 son una época de gran libertad y creatividad, donde Madrid es protagonista y el lugar en el que hay que estar. Allí coinciden grandes creadores y artistas: diseñadores, fotógrafos, artistas plásticos, cineastas, músicos, dando lugar a un fenómeno cultural único, la Movida madrileña. También es una década de cambios políticos, sociales y culturales; de crisis económica, movimientos ecologistas y el constante azote del terrorismo de ETA. Al mismo tiempo España acaba la década con la entrada en la Comunidad Económica Europea en 1986. En definitiva, una década de glorias, retos y desafíos.
Numerosos diseñadores con estilos radicalmente distintos y únicos, promovidos y exaltados por La Movida, llegan a la capital para participar del ambiente de moda que se respiraba. El gobierno también quiso contribuir con nuevos planes de promoción de la Marca España y también la universidad prestó atención a la moda con cursos y conferencias. Al mismo tiempo la moda española se enfrentaba a una industria textil escasa sostuviera su crecimiento y expansión.
En el ámbito cultural destaca la inauguración de Arco en 1982, de la mano de Juana de Aizpuru, o la visita de Andy Warhol a Madrid en 1983 con motivo de la inauguración de la retrospectiva de su obra, “Pistolas, Cuchillos y Cruces”, en la galería Fernando Vijande. A nivel internacional publicaciones como Newsweek, The New York Times o Rolling Stone se hacen eco del ambiente cultural y le dedican espacio al fenómeno de La Movida.
Diseñadores de toda la geografía acuden a Madrid para desarrollar su carrera: Manuel Piña, Antonio Alvarado, Francis Montesinos o Sybilla, se unen a los ya residentes en la capital: Jesús del Pozo, Adolfo Domínguez y Pedro del Hierro entre otros. También se incorporan en este momento Agatha Ruiz de la Prada, l´enfant terrible de la moda, y Jorge Gonsalves, madrileños de adopción.
Jesús del Pozo y Francis Montesinos apuestan por una moda masculina con base en el folklore y este último introduce la falda “masculina”. Manuel Piña vestirá a la mujer profesional e independiente, refinada y segura de sí misma de los años 80 con hombreras poderosas y sastres recortados. Alvarado, calificado como el “diseñador de la Movida” trajo a la escena creaciones atrevidas y rupturistas, sin complejos.
Dos mujeres por su parte representan imágenes contrapuestas en sus creaciones: Agatha Ruiz de la Prada colorida, naïve y con influencias del Pop Art. Sybilla, en cambio, con gran sensibilidad hacia formas naturales y envolventes a través de creaciones ingeniosas y en ocasiones surrealistas.
En los complementos es el momento de grandes joyeros como Chús Burés, Paloma Canivet, Helena Rohner y Joaquín Berao entre otros.
En 1984 Adolfo Domínguez enuncia un nuevo paradigma que acaba finalmente con la dictadura de la silueta bien planchada: “la arruga es bella”. El diseñador gallego mostrará en sus diseños la belleza de los tejidos naturales, la simplicidad y la pureza de sus líneas sencillas y bien cortadas.
Pedro del Hierro creará colecciones que tienen como origen un prêt-à-porter de lujo y gran calidad. En 1981 se convierte en el primer diseñador con una boutique propia en El Corte Inglés (al mismo tiempo abrirá su propia marca, Hábito) y en 1989 se alió con el grupo madrileño Cortefiel para introducir una línea propia. También Manuel Piña hará una colección para Galerías Preciados en 1983 y posteriormente lo hará con Sedunion.
Paralelamente a la moda de La Movida y de la Pasarela Cibeles, en el Barrio de Salamanca se encontraban tendencias ligada a una estética de los niños bien, de una clase social media-alta y un estilo clásico y tradicional. Esa estética también llamada pija, fue bautizada por la revista Blanco y Negro (suplemento dominical del ABC) como los “niños VIPS”, haciendo alusión a los restaurantes recién abiertos en la capital de Velázquez y Ortega y Gasset, donde solían reunirse. El uniforme: jersey o camiseta de Don Algodón conjuntado con leotardos y faldas de pana del mismo color, vaqueros de Lois o Liberto (lavados a la piedra), sudadera de Amarras y zapatillas Victoria, castellanos o náuticos. También eran clientes de Benetton, Chevignon o Privata
Pepe Barroso creó Don Algodón, firma que hoy en día perdura en sus fragancias, y contó con el apoyo de Friki (tienda de moda infantil fundada en 1954) y Musgo (tienda de moda y decoración creada en 1971), donde Barroso empezó vendiendo camisetas. Vistió a una generación y aún se recuerda con nostalgia a su imagen, Blanca Suelves “Chica don Algodón”, que mostraba un estilo natural, fresco y algo deportivo.
Entre el 28 de febrero y el 2 de marzo de 1985 desfilaron por primera vez la Carpa de Colón, bajo la dirección de Epifanio Mayo: María Moreira, Jorge Gonsalbes, Manuel Piña, Antonio Alvarado, Domingo Córdoba y Jesús del Pozo. A pesar de la lluvia, la gente estaba entusiasmada y recibió a los diseñadores con grandes aplausos. La emoción que desprendieron mostró el entusiasmo de la ciudad por el mundo de la moda. Leonor Pérez Pita, conocida como Cuca Solana e impulsora de esta pasarela desde 1986, dijo en una entrevista con Modaes que la gente se peleaba por entrar, y decían: “tengo derecho a entrar, soy español”. Esta pasarela dio al diseño español, el valor y prestigio que merecía.
La segunda edición se celebró en el Museo del Ferrocarril, antigua estación de Delicias, con nuevos nombres como Ágatha Ruiz de la Prada, Adolfo Domínguez, Pedro del Hierro, Juanjo Rocafort o Sybilla, entre muchos, y la tercera en el Recinto Ferial de la Casa de Campo.
Tras pasar por el Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid se instaló casi definitivamente en 1995 en el Recinto Ferial Juan Carlos I.
Para dar respuesta a esa ola desbordante de creatividad no solo aparecieron las escuelas de moda, sino que también llegaron las revistas internacionales a la capital Marie Claire, Elle, Biba, Cosmopolitan y Vogue aparecen sucesivamente en los quioscos. Con todo, serán las revistas La Luna de Madrid, Madriz o Madrid me mata, y los programas de televisión como La edad de Oro los que más destacan por su carácter innovador y moderno.
En 1985 el Ministerio de Industria y Energía creó un organismo para regularizar la moda española y su proyección internacional a través del Plan de Promoción de Diseño y Moda-Intangibles Textiles. Su objetivo era promover el diseño y la fabricación de moda “española” a través del Centro de Promoción de Diseño y Moda dirigido por María Jesús Escribano. Se crearon numerosas campañas institucionales con mensajes como “La Moda de España”.
A los emprendedores del textil les costó encajar una política de moda que no tuviera el respaldo de una sólida industria, al tiempo que los jóvenes diseñadores encontraron obstáculos para satisfacer las demandas de exportación por la producción limitada que daba de sí una industria en ciernes. En 1987, Agatha Ruiz de la Prada reconocía que no existía un tejido industrial nacional que apoyara a los diseñadores de moda, muchos de los cuales vieron truncado su futuro profesional por la posterior crisis económica. Según la diseñadora, ni el país ni el público español estaban preparados para un proyecto tan ambicioso desde el punto de vista industrial y comercial.
Esta iniciativa supuso un gran desafío para empresas y diseñadores, cuyas opiniones, por otro lado, estaban muy divididas al respecto. El debate quedó abierto y podríamos decir que hoy en día continúa. El reto sigue siendo realizar una oferta de moda unificada y competitiva, al tiempo que se articula un discurso de lo hecho en España que integre el entorno cultural del que nace y se alimenta.